Su nombre es Grace, Gracia, pero se le viene conociendo como Disgrace, Desgracia, a cuenta de sus excentricidades y el ejercicio negligente de su poder. Que no hizo otra cosa que aumentar desde que declinaba la salud del sanguinario y nonagenario presidente.
Es una manera de hacer pesar la diferencia de edad. 42 años se llevan marido y mujer. Y llevan casados casi 25 años, emulándose el prosaico patrón del jefe y la secretaria. Pues era Grace secretaria del jefe y obtuvo el permiso de su mujer cuando ésta agonizaba de cáncer.
Comenzaron entonces los súbditos del dictador africano a familiarizarse con una figura distinguida y autoritaria. Derrochona en un país pobre. Coleccionista de diamantes. Y cuyos hijos estudiaron en los mejores colegios de Sudáfrica.
No es fácil distinguir la verdad de la mentira en un régimen tan hermético. Ni termina de creerse uno las declaraciones que le atribuye un perfil que he leído en el Daily Telegraph: "Las mujeres tienen muchas más posibilidades de quedarse embarazadas que los hombres".
Alertaba así de la conciencia de natalidad en un país cuya esperanza de vida es de 39 años y cuyo índice de mortalidad infantil alcanza el 46%. No se ha sacudido Zimbabue ni del sida ni de la extrema pobreza, aunque Grace Mugabe ha se ha esforzado en inculcar en su pueblo la devoción religiosa y mística a un presidente ahogado en la sangre que derramó,
Era la manera de convertirse ella en presidenta, pero el golpe de Estado ha malogrado sus planes. No se conoce si quiera su paradero, pero más que buscarla en Namibia, quizá es más sencillo encontrarla en Harrods o gastando sus ahorrillos en el mercado de diamantes de Amberes.