Y no me quejo. Me consta que algunos madrileños o viajeros accidentales han sido sorprendidos y convertidos en rehenes dentro de los túneles que se han cerrado entre las medidas extremas de la estación estival. Han pasado las vacaciones dentro de ellos, de los túneles, mártires de la guerra al coche.
Y no es metáfora ni alegoría la guerra al coche. Carmena ha utilizado todos los medios para desalojarlos. Ha levantado unas calles, ha neutralizado otras y se ha puesto a construir carriles bici como si pretendiera convertirse a un vecino de Madrid en ganador sistemático del Tour de Francia.
Es la razón por la que mi coche diesel americano de doble tubo de escape se percibía como una amenaza de terrorismo medioambiental.
