Lo que sí le reconocen es obstinación y aptitudes de plañidera. Se le puso a llorar a Puigdemont cuando estuvo decidido a adelantar él las elecciones. Y volvió a disfrazarse de mater dolorosa cuando dijo que la sumisión de los indepes al 155 y a la Constitución respondía a un generoso sacrificio para evitar un baño de sangre.
Sangre, estupor y lágrimas, señora Rovira. Y bastante cara también, que no va a ser todo cabeza. Porque hay que tener mucha cara para decir que la vía unilateral de independencia es una invención del Estado español.
Y miente usted, pero lo relevante aquí no son ya las mendacidades y los embustes, sino la capacidad de su electorado para transigir con ellos. De hecho, es usted la tercera líder más valorada de Cataluña, detrás de Junqueras y de Puigdemont, como si cada mentira, manipulación, añagaza, les hiciera más fuertes a ustedes los trileros.
Será por la pureza de sus orígenes. Proviene usted del campo sin renunciar al mundo gafapasta. Representa usted esa Cataluña del tractor y de la piara que considera Cataluña contaminada de urbanitas, de extranjeros. Y promueve usted un viaje del campo a la ciudad para transformar Barcelona en una aldea.
Y a falta de lluvia, será culpa de Rajoy, usted acaso aspira a fertilizarla con las lágrimas. Lágrimas de cocodrilo. Y no sólo porque sean falsas, sino porque es usted, señora Rovira, un voraz depredador que devora al Estado de Derecho a dentelladas.