EL INDULTADO DE RUBÉN AMÓN

Rubén Amón indulta a Pablo Máximo Casado: "Se vincula a sí mismo con el linaje y el orgullo de los grandes emperadores"

Indultamos a Pablo Casado, o a Pablo Máximo Casado, pues el líder de los populares se ha revestido de autoridad, de culto a sí mismo y de mesianismo para consolidar sus expectativas de liderazgo, a semejanza de las proezas de la civilización hispánica.

ondacero.es

Madrid |

Se demuestra así, arriba las lanzas, que Casado no solo se distancia del perfil bajo y grisura burocrática de Rajoy. Una contrafigura perfecta en la era de la efebocracia. Se vincula a sí mismo con el linaje y el orgullo de los grandes emperadores. Y cultiva una idolatría que corre el peligro de convertirse en caricaturesca.

No falta con querer ser un gran líder para ser un gran líder. Y el carisma puede cultivarse, pero ha de tenerse con antelación, más allá de la sonrisa y de las cualidades de encajador. Porque sabe encajar Casado de tanto que se ha curtido en los platós, pero sobredimensiona sus cualidades telepredicadoras. Y no le pone freno a sus habilidades oratorias.

Se diría que es un híbrido más o menos fallido entre el providencialismo de Macron y la pureza generacional de Sebastian Kurz, ya sabéis, el canciller del Gobierno austriaco y la quintasencia de una derecha patriótica y desinhibida en los debates de la seguridad y la inmigración.

También comparte con el pijísimo Kurz la aleación confesional. Porque Casado no es que sea católico, apostólico y romano. Es que quiere convertirnos a los demás, como si fuéramos indígenas en la playa. Y como si la doctrina y la moral reforzaran su reputación paternalista.

Demasiado joven Casado para ser el padre de la patria. Así es que de momento, el líder de PP le disputa Albert Rivera, y no a Kennedy, el título al mejor yerno del año.