No aludimos a la ocurrencia de invitar a Mariano, ni a la construcción del muro mexicano ni a su política de deportaciones. Ni al pavor que puedan proporcionarnos sus calentones norcoreanos. Es una parodia de la humanidad que sean usted y Kim Jong Un quienes puedan exterminar el planeta.
Pero hay cosas bastante más graves que la desaparición del planeta. Y ya sabe a cuál me refiero. No, no ese tuit en que usted llamó hijo de puta a una estrella de la liga de fútbol americano. Reprochándole que pusiera una rodilla en tierra cada vez que suena el himno nacional.
Era la manera de protestar ante sus diatribas xenófobas y raciales. Y usted le respondió como se hace en la barra de un bar. Un calentón, decíamos antes. Y la paciencia se nos agotaba aquí en los estudios centrales deOndacero. Sopesamos incluso la idea de rechazar entrevistarlo. Y me consta que Alsinahabía preparado muy bien el cuestionario.
Vamos a vetarle a usted. Y todavía no he dicho el motivo. Y el motivo es Stephen Curry. O Curri, como decimos en España, acaso en paralelismo castizo al nombre de Curri Valenzuela, pero profesando los españoles una devoción al base de Golden State Warriors.
Que no es un jugador de baloncesto. O sí lo es, pero trasciende la categoría con su ingravidez, su noción estética del deporte, su fantasía, su creatividad, su dimensión metafísica. Ya lo sostiene Guillermo Giménez en sus transmisiones.
Declaró Don Stephen que no tenía claro si le apetecía acudir a laCasa Blanca -eso que tenía que haber declarado Rajoy- para compartir con usted el anillo de campeones. Y usted, claro, lo ha mandado a la mierda. Reprochándole la falta de respeto a la institución presidencial.
Y le daríamos la razón, señor Trump, si no fuera porque es usted quien ha humillado, vejado y demolido la institución presidencial que representa en la parodia del fin del mundo.