Rubén Amón indulta a Vladimir Putin: "No es sólo el jefe del Estado, es el caudillo militar y la autoridad religiosa"
Indultamos a Vladimir Putin, aunque más que indultarlo habría que canonizarlo. Se le han quedado estrechos los límites temporales. Y va camino de gobernar todas las Rusias un cuarto de siglo, pero la ceremonia que ayer lo revistió de presidente llevó a extremos definitivos su dimensión patriarcal. Putin no es sólo el jefe del Estado. Es el caudillo militar y la autoridad religiosa. El padre, la guía. Es la versión posmoderna del zar y la expresión contemporánea del despotismo. A Putin no solo lo votan sus compatriotas. Lo adoran.
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Y él mismo fomenta el providencialismo habiéndole devuelto a Rusia su lugar en la Histoia. Y erigiendo en el Kremlin una estatua a la gloria de San Vladimir el grande. No es exactamente él sino un santo que cristianizó Crimea el siglo X, pero sí es exactamente él porque la coincidencia del nombre y el parecido físico de la gigantesca estatua sobrentienden la devoción que ha inculcado entre sus feligreses. Que son sus votantes. Vladimir el grande.
La divinidad exige a Putin un camino de perfección al que contribuye el aparato de propaganda. Tan grande es la identificación entre el país y su timonel que el pacto necesita un presidente corpulento y atéltico. Putin tiene más disfraces que geyperman. Monta a caballo, domeña un oso, amaestra un tigre, se sumerge en un submarino y despega en una nave espacial.
El absolutismo ha degradado Rusia a una mera imitación de la democracia. Y ha precipitado la ferocidad expanionista. Putin sabotea la UE, arropa a Al Asad en Siria, irrita a los países bálticos, desespera a Donald Trumo, pero no hay motivo de preocupación geopolítica en los próximos meses. ¿Sabéis por qué? Porque el zar no quiere sobresaltos ni boicots al Mundial de fútbol. Que es la paz armada. La tregua olímpica. El deporte como ejercicio blanqueador.
Ya puede ganarlo Rusia. Imaginaos la presión del árbitro. O la represalia que le espera al planeta si el campeonato lo gana, se me ocurre, Polonia.