EL INDULTADO DE RUBÉN AMÓN

Rubén Amón indulta al pensionista: "El PP no aguantaría el despecho de su votante más leal"

Indulto al pensionista, en general y en abstracto, por su actualidad. Y por el protagonismo que ha adquirido. Y que va a mantener en la dinámica de un país que envejece mucho y se rejuvenece poco con cifras de natalidad japonesas que explican la euforia con que hemos recibido la noticia de los mellizos. Más que mellizos habría que llamarlos especies protegidas. Cotizantes, pues van a escasear los cotizantes respecto a los pensionistas. Un por cada cuatro en cosa de años.

ondacero.es

Madrid | 03.04.2018 09:52

Y hacen bien los pensionistas en manifestarse, en tomar las calles pare reivindicar su poder adquisitivo y reclamar la dignidad de su pensión, pero al mismo tiempo impresiona que no se manifiesten quienes desde luego no la tienen asegurada. Los menores de 40 años en primer lugar. Que la observarán -y no se dan cuenta- como un anacronismo.

No es que vayamos a pedir que se movilicen por la jubilación los jóvenes que ni siquiera han empezado a trabajar, pero resulta absurdo restringir este problema nacional a la subida del IPC o las hipotéticas mejoras que contemplarían los hipotéticos Presupuestos.

El colapso de la Seguridad Social no se le puede imputar a Rajoy, pero la campaña electoral, que es la campaña eterna, no va a concederse compromisos de Estado ni debates de responsabilidad colectiva. El pensionista es un arma arrojadiza, un caladero para la demagogia. Por eso los pensionistas, ocho millones de votantes, terminan siendo utilizados.

Adriana Lastra, por ejemplo, los llama abuelos, nuestros abuelos, para humanizarlos. Y Pablo Iglesias los contempla como la oportunidad de volver a las calles. Podemos se marchita en el Parlamento, de forma que los pensionistas en las plazas le proporcionan la nostalgia del megáfono y de la indignación.

La novedad es que el pensionista recela de los sindicatos y de los partidos. Se han acorazado ellos mismos lejos de las antiguas banderas. Y Rajoy necesita seducirlos. El PP puede resistir un ataque feroz de Podemos, pero no aguantaría el despecho de su votante más leal.