Os voy a poner unos ejemplos. Rufián en ERC. Rafael Hernando en el PP. Monedero en Podemos. Torra en el PdeCat. Adriana Lastra en el PSOE. Anasagasti en el PNV. No puedo demostrar que su sueldo se lo sufraguen otras fuerzas políticas, pero estoy convencido de que tarde o temprano aparecerán documentos comprometedores.
Y si no aparecen, pues sucedería que se trata de una conspiración desinteresada. Polizones que sus partidos no se atreven a denunciar porque son muy reconocidos. Porque tienen sus anclajes. Y porque forman parte de la fauna más exótica.
Puede demostrarse empíricamente que estos portavoces altaneros sabotean a sus propios partidos. Les pierde el exceso de pasión y de originalidad. Tanto tratan de hacerse notar, tanto se caricaturizan a sí mismos y degradan el prestigio de las formaciones en las que militan.
Y hacen de oposición a sus propios partidos. Por eso conviene dejarlos hablar. No interrumpirlos. Rufián se desacredita por sí mismo. Hunde la credibilidad de Esquerra. Y Hernando, el del PP, convierte a Casado en un exquisito moderado cada vez que incurre en sus ejercicios de verborrea.
Son políticos abnegados en su obstrucción. Infiltrados que se ocupan de volar todos los puentes del parlamento con las demás fuerzas políticas, no siempre con trabajos de orfebre, es verdad, pero con resultados contundentes e inequívocos. Recordad el puente sobre el rio Kwai. Ese Alec Guinnes casi muerto arrojándose sobre el detonador.