EL INDULTADO DE RUBÉN AMÓN

Rubén Amón indulta al pueblo kosovar: "Resulta inaceptable la comparación con la boyante Cataluña de diseño"

Procedo a un indulto masivo, emulando el papel del pontífice en la proclamación de la indulgencia plenaria. E indulto al pueblo kosovar, sobre todo para rescatarlo de la ridícula comparación con la burguesía y subversión indepes, las dos igualmente retóricas, vacuas y frívolas en el papel del pueblo oprimido.

ondacero.es

Madrid |

Oprimidos si estuvieron los kosovares. Les fue despojado su autogobierno en la provincia serbia que ocuparon. Y fueron expuestos a un plan de asedio, acoso y hasta depuración física -millares de muertos- en los tiempos del último genocida de Europa. Que se llamaba Slobodan Milosevic.

Fue el quien aplicó en Kosovo la limpieza étnica seria y sistemáticamente. Y cuya política de crímenes, fosas comunes y deportaciones terminó costándole la represalia militar de la OTAN y terminó costándole a Serbia la pérdida del territorio, incluido su mito funcacional, la batalla de Kosovo Polje, y la expropiación de los templos religiosos.

Es la perspectiva desde la que resulta inaceptable la comparación entre la boyante Cataluña de diseño y la depresión kosovar. Peor aún, no es Cataluña quien sufre una política de discriminación desde el estado español, sino quien la ejerce con todas las atribuciones de las que dispone: la propaganda, la educación, la seguridad, la economía.

Sólo desde la cima de una sociedad henchida, saciada, obesa, obscena, puede entenderse el capricho de la independencia y comprenderse el agravio comparativo al plan de exterminio kosovar. Y sólo desde la ignorancia o desde el sabotaje al estado español y a la Unión Europea puede apelarse al avispero balcánico como camino de imitación.

Fue brutal la represión de Kosovo. Y fue un error concedérsele la independencia. España no la reconoce, ni Rusia, ni Grecia, pero la selección de Kosovo ya está en la UEFA pavoneándose como el primer estado que se ha creado en Europa desde la II Guerra Mundial.

Se aferra al precedente Cataluña desde una inaceptable equivalencia geopolítica. Y lo hace acaso aspirando a la paradoja en que se ha convertido Kosovo: un estado fallido y étnicamente puro.