Procedo al indulto de Chris Rock. Y no porque tuvieran gracia las bromas que le hizo a Bardem, a Penélope y a mano de piedra Smith, sino por la grandeza con que reaccionó a la bofetada de los Oscars.
Hubiera merecido uno, un Oscar, por la parsimonia y templanza con que remedió la agresión. Me recordaba a Mariano Rajoy en Pontevedra,víctima de un puñetazo que no logró descomponerlo.
Como si nada.
Así reaccionó Curro Romero aquella tarde en Las Ventas en que un aficionado salvaje profanó el ruedo y se atrevió a tirarlo al suelo. Romero llevaba la espada en la mano, que conste, pero se alzó como si se hubiera tropezado con la segunda piedra, un mero accidente.
Y eso es lo que hizo Chris Rock.No darse por aludido. Emular a Mariano y a Romero, sin conocer a ninguno, pero también consciente del espacio civilizado y civilizador que transgredió Will Smith con su bravuconada y su calentón justiciero.
Entiendo que los columnistas-pandilleros que tanto enfatizan los huevos de Ali Smith le reprochen a Chris Rock, la Roca, no haberse defendido en condiciones.
Nada más emocionante que un duelo a hostias para defender el honor de una mujer, como si fuera una justa medieval.
Pero Chris Rock puso una mejilla sin llegar a exponer la otra.Amortiguó el golpe no con el rostro, sino con la inteligencia, con el swing. Y provocó el K.O. del púgil adversario sin necesidad, si quiera, abrir la guardia.