Creo haber puesto en algunas ocasiones, corregidme si me equivoco, el discurso que Giorgia Benita Meloni pronunció en Marbella para incentivar la campaña de Vox a las elecciones andaluzas, pero no este pasaje específico.
Tranquilidad. Ni Macarena Olona es presidenta de Andalucía, ni Abascal es el presidente de España, aunque la una y el otro se disputan la victoria de la colega ultraderechista en las elecciones italianas.
Abascal pretende convertirlas en la premonición del escenario español, mientras que Olona quiere aprovecharlas para poner en marcha su propio partido. Hermanos de España, por ejemplo.
Ya observáis hasta dónde alcanza la escisión de Vox. Abascal la disimula como un problema menor, mientras que Olona trata de enfatizarla para convertirse ella misma en la réplica hispánica de Giorgia.
Es una buena noticia que la ultraderecha española se fragmente. Y que lo haga de manera prematura. Confirmando así el mecanismo autodestructivo que acompaña a la nueva política española.
El pelotazo de Podemos y de Ciudadanos se ha consumido como los fuegos artificiales. Y Vox ha emprendido su propio cisma, como si Santi y Macarena fueran Rómulo y Rémula amamantándose en los senos de Meloni.
Es ella la loba capitolina, la criatura que alimentó a los gemelos fundadores de Roma. Y no sé si tenéis presente o no el desenlace del mito, pero la diarquía de los gemelos se resolvió con un fraticidio, o sea, Rómulo matando a Remo en el monte Palatino