Rubén Amón indulta a Nicolasito Maduro: "Ya tenemos heredero en Venezuela"
Rubén Amón indulta a Nicolasito Maduro, el hijo de Nicolás Maduro, que se perfila como heredero del régimen en Venezuela.
Rubén Amón | ondacero.es
Madrid |
Ya tenemos heredero en Venezuela. Después de Maduro viene Maduro. Después de Nicolás viene Nicolasito. El único hijo del tirano. Y el ungido a la sucesión, porque Venezuela se adhiere a las repúblicas hereditarias. Ninguna tan elocuente como la norcoreana de los kimkones.
Y no es gratuita la comparación. Nicolasito estuvo en Corea del Norte el año pasado en un congreso de juventudes comunistas. Allí se fogueó como dictador paródico y dijo: "La lucha del pueblo coreano es justa. Y más que eso, es humana. Y como tal, es nuestra también. Esa visita es justa porque nos permite aprender de ustedes".
Hay que echarse a temblar. No solo porque Nicolas Maduro todavía es joven, 58 años, sino porque el primogénito apenas ha cumplido 30, de tal manera que los Maduro puede permanecer medio siglo en el poder. Ya veréis como Zapatero aprueba esta entrañable solución dinástica. Y cómo persevera en sus trabajos de blanqueo, como ha hecho con Bildu.
Echamos a temblar digo porque no cabe peor indicio que el nombre coloquial del muchacho. Nicolasito. Tengo demostrado que los diminutivos suelen utilizarse con fines compensatorios de personajes o personillas excesivas. Seguro que recordáis que a Franco le llamaban Franquito sus colegas del ejército antes del 18 de julio. Después, era más difícil, claro.
Nicolasito es ya el delfín o el cachalote del dictatorzuelo. Y ha sido entronizado en el parlamento como debe ser, valiéndose de un pucherazo. Porque Venezuela es una democracia imitativa. Se finge un proceso electoral como señuelo de un dedazo. De Maduro a Maduro. De Nicolás a Nicolasito. Que tendría mucha gracia si no hubiera tanta opresión y tanta hambre en juego.
No concierne la carestía a Nicolasito, desde luego. De buenas carnes presume el muchachote. Y de buena vida también, como demuestra un vídeo en el que aparece bailando una danza árabe mientras desparrama los dólares prohibidos.
Se define como flautista vocacional. Le gusta el beisbol, pero no va a dedicarse a la música ni al deporte, sino a la demolición de la democracia. Qué mejor lugar para aprender que la custodia de papá y el viaje a Pyongiang.