Madrid | (Publicado 15.05.2019 09:50 )
Nada sorprendente si no fuera porquese presenta a los comicios de 2019.
No le ha disuadido de hacerlo el contratiempo de un ictus. Ni la edad, 67 años. Ni siquiera la abdicación del emperador del Japón. La renuncia de un Papa. O abdicación de un Rey.
No, no se da por aludido Gordillo. Nos decía el otro día que el no es un papa ni un emperador, sino un alcalde al que eligen democráticamente cada cuatro años.
Un alcalde que ha traído el pleno empleo a Marinleda. Que ha convertido la casa en un derecho. Y que ha llevado muy lejos la batalla del jornalero contra el terrateniente.
No está claro si Marinaleda -menos de 3.000 almas- es una utopía, un soviet o una comuna, pero sí está claro que a Gordillo le adoran sus vecinos, aunque la minúscula oposición le considera una parodia de Fidel.
No le molesta a Gordillo la comparación. Ni le disgusta que le comparen con Gandhi, con Cristo, con el Ché. Iconos libertarios que redundan en su reputación de alcalde milagrero.
Milagrero y comunista. Comunista y nacionalista. Nacionalista y narcisista, tampoco vamos a negarlo.