No debe agradarle la idea demasiado a su hermano. Imbroda como él, pero de nombre Juan José. Y presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla con las siglas del Partido Popular. Así es que en casa de los Imbroda se ha producido una escisión. Una escisión sintomática de la fuga de votos del PP al partido naranja.
Fue el entrenador un fichaje de Albert Rivera. No sólo justificado en la popularidad y el carisma del personaje. O en sus antecedentes como responsable del banquillo de Unicaja de Málaga. Rivera advirtió en Imbroda un coach del baloncesto y fuera del baloncesto.
De hecho, las razones para ficharlo serían las mismas que aparecerían en la contraportada de un libro de autoayuda. Os leo el comunicado oficial: "Imbroda, es un perfecto ejemplo de cómo la combinación de esfuerzo, talento y mentalidad ganadora, sumado al compromiso individual, la unión colectiva y el trabajo en equipo, es la mejor fórmula para cumplir los objetivos marcados tanto en los aspectos profesionales como personales".
Nunca votaría a nadie que respondiera a esta descripción. Cruzaría de acera, pero Imbroda me cae bien, aunque no pueda votarlo, ni siquiera apelando al origen sevillano que me atribuyó Teo García Egea. Imbroda es un telepredicador. Un tipo carismático. Y un político muy poco político.
Esa es la razón, probablemente, por la que Rivera lo ha colocado de cabeza de lista en Málaga. Compiten por la provincia tanto Juanma Moreno como Teresa Rodríguez. Y lo hacen esperando que Imbroda no se lleve todos los rebotes.