Madrid |
No tendría sentido mencionar la indumentaria de Pablo Iglesias si no fuera por el impacto que supone observarlo con una traje completo y una corbata. Engominado, parecía incluso una señoría conservadora, independientemente del matiz cromático de la camisa y del valor metafórico de la corbata.
El matiz cromático es el color azulado semi-morado. No tan explícito como antaño. Y recogido en una camisa bien planchada. Un morado en extinción, para entendernos, que evoluciona a un azul pepero.
Y decía que el valor metafórico de la corbata. Iglesias ha decidido ajustársela al cuello como si pretendiera simbolizar, así lo veo yo, la asfixia del contribuyente. Que no son los ricos, sino esta nueva categoría de las clases pudientes. O sea, quienes llegan a fin de mes. La corbata es la horca, no sé si me explico.
Emociona la sintonía entre Iglesias y Sánchez porque se diría que el Gobierno se ha puesto de acuerdo consigo mismo respecto al proyecto de Presupuestos. Y tranquiliza que la plena entronización de Iglesias en la casta y el sistema no haya perjudicado su tradicional modestia.