Madrid |
Ya sabemos que Vox es un partido creacionista. Y conocemos sus posiciones confesionales, pero llama la atención la naturalidad con que el PP se adhiere a las iniciativas cavernarias, aunque tanto sorprende el oportunismo del PSOE. Y las tentaciones de aplicar a Murcia el 155 para salvaguardar a los muchachos del oscurantismo.
Más grave, mucho más grave es el adoctrinamiento en Cataluña, o sea, el régimen de discriminación lingüística y propagandística con que crecen allí los escolares, pero Sánchez no va a tomar ninguna decisión que malogre la sumisión al soberanismo.
Ya decía Roberto Benigni encarnando a un mafioso en Sicilia que el problema de Palermo es el tráfico. Y el problema de España es Murcia... lo cual no quita gravedad al acopio de argumentos casposos y viejunos con que Vox quiere aplicar el pin parental.
Los hijos son de los padres biológicamente hablando. Bueno, de las madres. Y el posesivo que se utiliza para identificarlos -mis hijos- no faculta un régimen de propiedad. Imaginaos que vuestros padres son testigos de Jehová. O no creen en las vacunas. U os esconden en casa para preservaros de una sociedad hostil.
Quiere decirse que a veces el colegio preserva a los niños de los padres. Y que conviene plantear en los centros públicos los debates espinosos que se han consolidado como tabúes familiares. Normalmente el sexo, el sexo, el sexo y la orientación sexual.
Es la razón por la que la enseñanza pública no puede incurrir en doctrinas radicales, en modas ni en sobrecargas ideológicas. Quién educa el educador. Y cómo se consensúa una educación cívica, tolerante y abierta, mejor si los padres no abusan de sus prejuicios.