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Rubén Amón indulta al Pequeño Nicolás: "Se transforma en un gremlin cuando ingiere un Gintonic"

No os quiero poner en aprietos, pero con qué figura de nuestra política relacionarías el diagnóstico de un "trastorno mixto de personalidad narcisista de carácter grave que provoca que distorsione la realidad".

Rubén Amón

Madrid |

Tranquilidad, no es Pedro Sánchez. Ni tampoco es exactamente una figura. Más bien es una criatura marginal. Del Pequeño Nicolás hablamos. Que ya no es tan pequeño, 25 añazos, pues ha transcurrido un lustro desde que irrumpió en la actualidad con todos los resabios de la picaresca.

Fertilizan los pícaros en Celtiberia porque estamos en la patria de los impostores, aunque no siempre los protege la impunidad. El Pequeño Nicolás puso en ridículo al Estado haciéndose pasar por emisario de Su Majestad, pero el Estado amenaza con un escarmiento ejemplar.

Hasta 30 años de cárcel pueden caerle a la criatura, sin considerar el reciente apuñalamiento a un camarero. Ya veis que Nico se transforma en un gremlin cuando ingiere un Gintonic. Y que el "chico angelical", así lo definió Esperanza Aguirre, ha degenerado en un degenerado.

Y no van a protegerle los psiquiatras ni los diagnósticos académicos. La Fiscalía lo quiere meter en la trena por usurpación de funciones públicas, falsedad en documento oficial, estafa, integración en grupo criminal, descubrimiento y revelación de secretos, cohecho activo y cohecho pasivo, sin olvidar la fechoría de haber suplantado a un enviado del Rey en Galicia.

Añadiríamos que también falsificó un DNI para que un amigo suyo se presentara por él a la Selectividad, de manera que la condena del pequeño Nicolas puede trasladar su jovial popularidad al ámbito donde la popularidad jovial es menos deseable, la prisión.

No podrá aforarse porque su nuevo partido hizo el ridículo el 10N, pero sí aspira a forrarse con una serie de televisión que lo va a terminar degradando a la prosaica galería de los juguetes rotos.