Rubén Amón indulta a la princesa Leonor: "Es una de las reinas que sueñan con ser niñas"
Los excorcistas del soberanismo, los vampiros del pasamontañas, observarían en la princesa Leonor, esta criatura angelical de 14 años, la encarnación del Maligno. No ya porque la ceremonia celebrada en Barcelona reflejaba la vitalidad del linaje regio, sino porque conspiraron todos los demás símbolos de los que abjura el supremacismo. Había banderas españolas. Algún guardia civil. Y representantes del constitucionalismo, por mucho que algunos fueran neutralizados por la turba.
Y resultó incluso que la niña poseía el don de lenguas. Hubieran aceptado los ultras el dominio del inglés, del árabe, el francés. Hasta el castellano, pero a los CDR les revolvió la escena de Leonor hablando en catalán con mucha mejor donosura que Montilla.
Ha dolido la visita de la heredera. El candor de Leonor ha desarmado a los vándalos. Es verdad que se contuvo la ceremonia de los premios princesa de Girona en una suerte de búnker, pero al oficialismo catalán, que es la subvsersión, le desconcertó que Leonor no soltara espumarajos, ni incurriera en blasfemias, ni lograra contorsionarse como una poseída.
Están bajo asedio los Borbones. Y representa la princesa Leonor sin pretenderlo la pureza y el porvenir de la estirpe como contrapoder de los vientos regicidas que insufla el republicanismo catalán.
Desempeña Leonor la resistencia con disciplina y precocísima profesionalidad, pero la ingenuidad también impresiona y sobrecoge a quienes observamos las obligaciones prematuras de una criatura fuera de lo normal porque ella no es de las niñas que sueñan con ser reinas, sino de las reinas que sueñan con ser niñas.