Madrid |
El caso es que ZP se está esmerando en blanquearlos, hasta el extremo de haber auspiciado la coalición implícita de la investidura. Zapatero es compadre de Iglesias y de Junqueras. Y se ha puesto al servicio del tripartito, acaso como remedio a su fallido Estatut.
Urge recordar que Zapatero fue susanista. Y llegó a decirme en privado que iba a ser ella la presidenta del Gobierno, pero se ha convertido en un costalero del sanchismo.
Y en un paradigma no del diálogo, sino del dialoguismo. Un híbrido entre el diálogo y el buenismo. Consiste en hablar para terminar cediendo. En negociar sin condiciones. Y en prodigar iniciativas megalómanas, por ejemplo cuando observó que Erdogan era el interlocutor perfecto para emprender la alianza de las civilizaciones.
Qué vista tiene Zapatero. Y qué devoción le despiertan estos tiranos que ejercen la democracia imitativa. Y que tergirversan la Constitución y las leyes para convertirse en caudillos providencialistas.
Erdogan es un buen ejemplo de teocracia, pero más lo demuestra el compadreo con Maduro. Zapatero ha ido a visitarlo por su cuenta, dicen en Moncloa, pero en la redacción del Indulto tenemos la sensación de que se ha desplazado a Caracas para terminar la conversación que inició Ábalos en el aeropuerto de Barajas con Delcy Rodríguez.