Rubén Amón indulta a Zapatero: "Está abusando de sus buenas relaciones con el sanchismo"
Rubén Amón indulta en Más de uno al expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, por haberse convertido en el gran costalero occidental del régimen de Nicolás Maduro.
Madrid |
Procedo al indulto de Zapatero no ya desde la ironía sino de la fascinación que sugiere haberse convertido en el gran costalero occidental del régimen de Maduro. Cada pucherazo y orgasmo despótico del patriarca bolivariano, lo convierte ZP en un motivo de indulgencia y de condescendencia, redundando en la idea de que el problema de Venezuela no es la tiranía del Gobierno, sino la beligerancia de la oposición. O lo que queda de ella, más bien, descontando la encarcelada, la expatriada, la desterrada y la exterminada.
Zapatero está ahí siempre que lo necesita Nicolás, hasta el extremo de haber engendrado un problema diplomático para España. El expresidente está abusando de sus buenas relaciones con el sanchismo, aunque la conexión bolivariana simpatiza al mismo tiempo con el sector podemista y consolida el papel de argamasa que ZP desempeña en el pastiche de Podemos y el PSOE.
Fue Zapatero el primero que bendijo el abrazo a Otegi. Y es Zapatero el expresidente modélico de Ferraz frente a la némesis y el antagonismo de Felipe González. El progre contra el facha. El talante contra el talento, si me permitís opinar.
Urge recordar que Zapatero fue susanista. Llegó a decirme en privado que iba a ser ella claramente la presidenta del Gobierno, pero el posibilismo y el instinto de supervivencia lo han convertido en más sanchista que el propio Sánchez.
Suya, de ZP, es la categoría no del diálogo sino del dialoguismo. Un híbrido entre el diálogo y el buenismo. Consiste en hablar para terminar cediendo. En negociar sin condiciones. Y en prodigar iniciativas megalómanas, por ejemplo cuando observó que Erdogan era el interlocutor perfecto para emprender la alianza de las civilizaciones.
Qué vista tiene Zapatero. Y qué devoción le despiertan estos tiranos que ejercen la democracia imitativa. Y que tergirversan la Constitución y las leyes para convertirse en caudillos providencialistas. Maduro, se me ocurre.
Ahí tenéis a Zapatero instalado en Caracas, no solo para blanquear la tiranía bolivariana, llamémosle Rodríguez Lavandero, sino acaso terminar la conversación que inició Ábalos con Delcy Rodríguez en el aeropuerto de Barajas.
Por eso tiene sentido la pregunta que le hiciste ayer a la ministra de Exteriores, González Laya. Y la respuesta.