Pese a todo, una sola agresión sexual y una sola muerte que se produzcan obligan a darles prioridad para que no se vuelvan a repetir. Primera consideración: ¿existe el peligro? Claro que existe. Existe mientras haya asesinos sueltos. En consecuencia, hay que conjurarlo con dos tipos de medidas: legales y de autoprotección.
Legales, hasta donde las permita la imaginación: mantenimiento de la prisión permanente revisable, información pública de los agresores y sus antecedentes, vigilancia discreta hasta donde lo permita la legalidad, estímulos a la colaboración ciudadana y educación.
Y a pesar de todo, donde haya un criminal dispuesto a cometer un crimen, se puede cometer. Por eso, por parte de la mujer, autoprotección. Si hay zonas de riesgo, evitarlas. Si no deben salir a correr solas por esas zonas, no salir. Algo tan elemental, válido para ellas y para el varón, como evitar el peligro. Proponer eso no es hacer culpables a las mujeres, como dice el feminismo. Tampoco es cultura machista, como también se dice. Es ser conscientes de la realidad.