Madrid |
María Jesús Montero es PSOE, con lo cual le gustaría que los Presupuestos tuviesen gran apoyo sin mirar su color. Ciudadanos les presta un barniz liberal y creíble, como destacaba ayer el señor Lambán en entrevista en Más de uno. Digamos que Ciudadanos blanquea los Presupuestos de una coalición social-comunista.
Echenique es Podemos, y todo lo que no sea izquierda, a ser posible radical, le parece reaccionario o franquista. Entre Ciudadanos y Bildu, para entendernos, se quedará con Bildu. Echenique, además, es vengativo y le quiere hacer pagar a Arrimadas que se haya opuesto a negociar con Podemos, aunque después lo aceptó.
Y en este pintoresco cuadro todavía falta una pincelada: la nueva exigencia de Arrimadas para exigir a cambio de su voto que el castellano vuelva a ser vehicular en la Educación. Eso provocará todavía otro rechazo, que será el de los independentistas. Y es previsible que en esas condiciones mañana Ciudadanos vote no a los Presupuestos.
Hay una España que rechaza todo lo que signifique moderación. Hay una España que condena el diálogo e impone el veto al discrepante. Y esa España o está en el gobierno o influye decisivamente en el gobierno. Y no es que decida qué debe votar el adversario, sino si tiene derecho a votar. El señor Sánchez y su partido debieran empezar a distinguir a quienes quieren construir y a quienes fomentan la división y el rencor. Porque el próximo señalado puede ser él.