Ciudadanos solo pretende contrapartidas que le permitan salvar la cara. Y tiene mucho mérito el volantazo que está dando Arrimadas. Está llevando al partido de la aspiración de Rivera de ser el primer partido de la derecha a ocupar el centro político. En sus pactos funciona con decencia: no se pregunta qué hay de lo mío, sino qué le conviene al país.
Y, sin quererlo, actúa como moderador de nacionalistas: estos saben que, si fallan, siempre estará Ciudadanos para salir en socorro del gobernante. Lo sabe especialmente Esquerra, que vio que, votando en contra de la quinta prórroga, se pudo aprobar con Ciudadanos. Ciudadanos los puede hacer prescindibles.
De ahí que su canción sea siempre: Sánchez tiene que elegir, o ellos o nosotros. O Ciudadanos o Esquerra. Y Sánchez tiene que demostrar mucha finura para contar con uno sin romper con el otro. Su sueño es mantener el bloque de la investidura, pero no le viene mal romper el bloque que hasta ahora se llamó el "trifachito". Y al país tampoco le viene mal, tal como está el ambiente, un partido que no insulta, que echa una mano, que es constitucional y practica la moderación.
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