Me recuerda aquella foto de Pulitzer de un niño famélico cuya muerte espera un buitre. El niño es Albert Rivera y los buitres son los demás partidos, especialmente el PSOE y el PP que quieren devorar sus votos y hacerse con sus escaños. Las encuestas, que recogen la opinión popular, también la crean. Y si crean una imagen de derrumbe, alejan a los votantes, porque pocos se apuntan a un perdedor.
Y ahora esa imagen se ha creado, como si se tratase de una conjura organizada para su destrucción. Personalmente, me da pena. Pero hay que reconocer varias cosas: que Ciudadanos se equivocó al pretender sobrepasar al PP en votos y en ideología, a veces situándose en el extremo, cuando su lugar era el centro, sobre todo después de la aparición de Vox.
Se equivocó en su cinturón sanitario a Pedro Sánchez cuando podía presentarse como el partido que nos salvó del bloqueo. Y se equivoca el permitir que algún candidato como Juan Carlos Girauta haga política basándose en la mentira sobre hechos y sobre personas. Lo malo es que ahora ya es tarde para rectificar.