Yo creo que los cordones sanitarios nunca se han ido después de la experiencia del tripartito. Unas veces han sido explícitos como el Pacto del Tinell para arrinconar al PP y otras veces se han practicado con la simple marginación del incómodo.
En el Gobierno del Estado, por ejemplo, existe un cordón sanitario con todo lo que huela a centro o derecha, como puso de relieve don Pablo Iglesias al echar a codazos a Ciudadanos de la mesa de los Presupuestos.
En esta campaña electoral los que más han funcionado han sido los vetos entre partidos, pero digamos que eran vetos bilaterales. "No pactaré con independentistas", solía decir Illa. Y los independentistas decían que nunca pactarían con el PSC. Los escépticos respondíamos: pactarán con quien puedan según lo que digan las urnas.
Lo de ahora es un compromiso escrito, como el de Artur Mas hace 15 años, que acudió al notario para certificar que nunca pactaría con el PP. Y lo de ahora sí que es un cordón sanitario en toda regla al PSC. Si este partido firmó el Pacto del Tinell en 2003 para arrinconar al PP, ahora le aplican a él la misma medicina.
Consecuencia política: ahí tenemos al nacionalismo excluyente, organizado en bloque, capaz de pactar en el Congreso por si cae algo, incapaz de compartir en Cataluña para no romper el mito del estado catalán. Y el mensaje anticipado es decir al candidato Illa como a Inés Arrimadas: señor Illa, usted puede ganar, pero le ponemos un dique para que no pueda gobernar.