Europa podrá reducir sus emisiones y de hecho lo está haciendo. La mayoría de los demás países contaminan poco por su escaso nivel de desarrollo industrial o su menor motorización. En esas condiciones, de poco sirven los acuerdos, como de poco han servido los anteriores. Han pasado 27 años desde Kioto y la tierra se siguió destruyendo.
Hoy tenemos ya más de veinte millones de desplazados por fenómenos dramáticos como las sequías. Hay amplias zonas del Planeta, incluida España, donde la desertización avanza. El calentamiento está produciendo fenómenos desconocidos en la historia de la Humanidad. Pero esa tragedia es desconocida por quienes todavía no la sufren. La situación suena a ultimátum: o ahora o ya nunca.
La Cumbre de Madrid, si no es la última, es una de las últimas oportunidades. Y eso significa que ya no valen las palabras. Hacen falta acuerdos y decisiones ambiciosas, aunque sean impopulares. Y esos acuerdos, que se cumplan. Está en juego lo más trascendente de este tiempo: evitar un desastre universal.