Ante las bonanzas, que todo se debe a su prodigiosa inteligencia y previsión. Ante las catástrofes, que todo pudo haber sido peor si él no estuviese guardando la viña. Y esto último es lo que hizo ayer al alegar, por ejemplo, que ha prohibido los despidos.
Primera mentira: lo que hizo con los despidos ha sido encarecerlos, castigo a las empresas. Y segunda mentira: no consiguió mantener los contratos temporales, porque temporales son dos de cada tres bajas en la Seguridad Social.
Admítase, por tanto, la dura realidad. Y la dura realidad es la que este programa empezó a contar ayer: que en dos semanas se destruyeron 834.000 empleos, casi 70.000 al día, más las víctimas de los ERTE. Esto es peor que la recesión de 2008. Esto no hay forma de maquillarlo, porque es lo que corresponde a una economía paralizada y a un tejido empresarial que tiene que pagar salarios sin producir ni vender.
Pensábamos que todo iba a ser una sucesión de ERTE y es mucho más. Dedíquese el gobierno a preparar la recuperación, si realmente cree en ella. Y dispóngase a hacer un buen diagnóstico, que solo de un buen diagnóstico puede venir una correcta solución. La palabra de hoy no es disculpa. La palabra de hoy es hundimiento.
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