Alsina, habla de laberinto y hay periódicos que hablan de maraña regulatoria, algo de laberinto y de maraña debe haber. Pero esto tampoco es un tratado de trigonometría y espero que cada sector conozca sus obligaciones y cada ciudadano sepa cuáles son sus limitaciones y derechos.
Cuando estaba prohibido todo, todo era mucho más fácil. Ahora hay tanta casuística mezclada con horarios y normas básicas de comportamiento, que quienes estén en la fase 1 tendrán salir de casa con una chuleta que diga qué pueden y no pueden hacer.
Supongo que a los policías les darán un metro, además de una porra, para medir la distancia entre las mesas de las terrazas e ignoro si los curas sabrán cuál es el aforo de las iglesias para poner el cartel de completo cuando lleguen a un tercio.
Y no estaría mal que el gobierno, ya metido en gastos, se gastase un dinerillo en publicidad de lo permitido y no permitido en cada comarca o comunidad. Lo importante a partir de ahora es que a los hosteleros les salgan las cuentas, que los tenderos no tengan que gastar en limpieza y desinfección más de lo que venden y que no se hagan trampas en el solitario. Y si las hacen, recuerden lo que un ministro aconsejaba a los gobernadores civiles: si no pueden ser castos, sean por lo menos cautos.
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