Madrid |
Lo ocurrido en Madrid recuerda vagamente la primera política de Johnson en el Reino Unido: lo prioritario es salvar la economía, ante el virus sálvese quien pueda. Y cuando eso ocurre, nadie puede descartar que se manipulen los datos.
No digo que se hayan manipulado, porque eso sí que sería de extrema gravedad, pero sí que existe ese peligro y seguramente esté entre los temores del ciudadano. Mal asunto. Mal asunto, por su fondo y por el momento.
Si la dimisión de la directora general de Salud Pública se produce el día antes de la decisión de qué provincias o áreas pasan a la Fase Primera, es inevitable la desconfianza en el sistema de selección. Y esa desconfianza se agrava si, además, se ocultan los nombres del comité asesor de la desescalada. Sin entrar en otros factores, como la división del equipo gobernante en la Comunidad de Madrid, califiquemos el hecho como un episodio desafortunado en el momento menos oportuno.
Y esperemos la sentencia de la autoridad competente. Solo ella dirá quién tiene razón. Si la tiene la presidencia de la Comunidad, no pasa nada. Si la tiene la directora dimitida, tenemos crisis: ya veo a Díaz Ayuso alegando que Sánchez le tiene tirria a la Comunidad de Madrid.
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