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Fernando Ónega, sobre Dolores Delgado: "Nadie cree que, con sus antecedentes políticos, vaya a ser imparcial"

Conociendo un poco a la señora Delgado, el voto de confianza de este escribidor le producirá el efecto que un día expresó Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados: se la sopla, se la suda y se la refanfinfla. El escribidor toma el asunto como hecho consumado e irreversible.

Fernando Ónega

Madrid |

No sé de qué vale el examen parlamentario si al final no se vota y la decisión de nombrarla está tomada. No sé de qué valen las objeciones de la oposición al antecedente de haber sido ministra de Justicia. Todo lo que se hizo es una representación teatral para dar la impresión de que se toma en serio ese nombramiento. La oposición no decide; se desahoga frente al dedo todopoderoso del designador.

Así que lo más útil para no contribuir a la gresca y no deteriorar más la institución del Ministerio Fiscal es la resignación. Como diría el banquero aquel, Sánchez tiene el Boletín Oficial del Estado, a los opinadores nos queda la resignación. ¿La van a nombrar el martes? Pues aleluya. No soy quien para discutirle que haber sido ministra de Justicia es una fortaleza. Nadie cree que, con sus antecedentes políticos, su clara querencia socialista y su descriptible afecto a otras ideologías, vaya a ser imparcial. Pero confiemos al menos en que se someterá al imperio de la ley, que sí es neutral.

Y, como todo está decidido y es irreversible, refugiémonos en Cristo según San Mateo y digamos "por sus obras la conoceréis". Como decía aquel cura gallego, a Cristo no le faltaba razón.