Madrid |
Allí, en Galicia, hace ya dos horas que hay luz en la casa del agricultor. Alguien se ha levantado a ordeñar las vacas mucho antes del alba en la gran explotación y en la modesta casa de las cuatro reses. Una mujer se dispone ahora a recoger los grelos, probablemente congelados en la Galicia interior. En 2.000 pueblos o lugares gallegos, 2.000, se dice pronto, ya no hay humo en las chimeneas porque ya no hay quien las encienda: se han ido todos y en todos habría que poner: los vació la ciudad y el trabajo urbano. Los que quedan es por pura vocación.
Y los menos resignados salieron ayer a protestar, como en el resto del país. Eran, sobre todo, ganaderos, que Galicia es muy de ganadería. La lucha es por el precio de la leche y de la carne. ¡El precio de la leche! Cambia el producto, no cambia la ruina. Nos une la misma reclamación.
Y hoy que la radio nos da sonido y nos deja abrazarnos, yo te digo, compañero campesino de otras tierras, que uno mi voz a las tuyas para gritar, como ayer en A Coruña, como ayer en Pamplona, como ayer en Granada: sin vosotros, la ciudad no come. España, salva a tu campo. España, sálvate a ti misma.