Madrid |
Deberían ser un clamor de la España que reclama atención y un reproche a los políticos que prometen ocuparse de ese país que se despuebla y se queda sin capital humano; que acuden allí cuando vienen elecciones y después se olvidan como si todo hubiera sido un trámite; y un reproche a los partidos que tienen sobre su mesa los proyectos auténticamente de Estado, pero no se atienden porque los hizo otro partido distinto.
Saludo también la iniciativa de “Teruel existe” para presentarse a las elecciones y obtener al menos un diputado que lleve al Congreso el sentir de esa parte de la España vaciada.
No debiera hacer falta. No debiera ser preciso fragmentar así el mapa político, si quienes ya representan a Teruel y a las demás provincias que se desertizan se olvidasen de la disciplina y llevasen al Parlamento las necesidades reales del país.
Como no lo hicieron, han dejado un hueco vacío y lo deben llenar los ciudadanos de esta forma. Tener un diputado no garantiza nada. Pero sí abre un espacio de presencia y petición.
Y a lo mejor, quién sabe: en tiempos de difícil formación de mayorías, un escaño vale su peso en oro. Por lo menos escucharemos el nombre de Teruel.