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Fernando Ónega, sobre el 8M: "Me sobró el intento de la izquierda de hacer suyo y exclusivo el feminismo"

Lo más saludable ha sido la multitud. Con la excepción de Barcelona, quizá cansada de tanta agitación, el 8-M ha vuelto a ser un éxito.

Fernando Ónega

Madrid |

La mujer es la parte de la sociedad más movilizada y tiene motivos para serla. Ayer no hubo miedo al coronavirus que la frenase. Lo que me sobró ha sido el intento de la izquierda de hacer suyo y exclusivo el feminismo, como si las injusticias que sobreviven, el techo de cristal, las agresiones y los asesinatos tuviesen algo que ver con la ideología.

En esa línea, no me sobró, sino que me hirió, como a todo el mundo, supongo, fue que las mujeres de un partido político –el único que tiene a una mujer como presidenta desde ayer mismo—hayan tenido que abandonar la manifestación de Madrid. Ni siquiera la policía podía garantizar su seguridad. Los gritos de "fuera, fuera" y los boicoteos están más cerca del rencor que de la grandeza feminista. Como es la segunda vez que ocurre, nada se avanzó en tolerancia.

Me faltó, en consecuencia, unidad. La desunión deteriora el feminismo y ayer empezaron nuevas desuniones por las nuevas reclamaciones, como el de las trans, las abolicionistas de la prostitución o el debate de los vientres de alquiler. Les haría falta un programa conjunto para no despistar los objetivos. Y me hago otra pregunta: qué me sorprendió. Me sorprendió ver que hay un gobierno, pero ayer hubo dos pancartas, la del PSOE y la de Unidas Podemos. Se nota que los une el poder, pero los separa la reclamación.