Fernando Ónega: "Abascal es un Trump a la española al que solo le falta declarar la guerra a China"
Fernando Ónega reflexiona en Más de uno sobre la moción de censura y sobre Santiago Abascal.
Doy por descontado y dicho que Abascal le hizo un fantástico regalo a Sánchez. Su discurso hiperbólico, en dura competencia con el de superhiperbólico de Garriga, le permitió al presidente quedarse como referente de moderación y casi un hombre de estado. Falta por saber si le hizo parecido regalo a Pablo Casado, que hoy lo tendrá que demostrar.
Me pareció nuevo el aplauso de la izquierda al Papa Francisco, magnífico prólogo al encuentro en el Vaticano. Resultó novísimo que no haya habido ni un pateo, ni un asomo de griterío, a pesar de la tensión ambiental. Me parecieron enternecedoras las acusaciones de odio de la portavoz de Bildu. Me sonó extraño que el de la CUP, que cobra del parlamento español, haya dicho que él nunca ha sido español. Funcionó la alerta antifascista de Pablo Iglesias y me inquieta el uso de ciertas palabras en el templo de la palabra: odio, furia, fascismo, ruptura. Sonaban a otro tiempo, no grato de recordar. Y para la pequeña historia debe quedar que Vox fundó la Internacional Trumpista. Trumpista de Trump. Al Covid le llama virus chino, como Trump. Anda en el negacionismo climático, en la estela de Trump. Es de la ideología nacionalpopulista de Trump. O sea, que Abascal es un Trump a la española al que, como alguien dijo, solo le falta declarar la guerra a China. Pero nadie se engañe: Abascal no habló al Congreso. Habló a sus militantes y a todos los cabreados del país. Y en ese río, lo sabe bien Pablo Iglesias, hay peces que pescar.