Me suena, en primer lugar, a importante. Es la primera vez que el líder de Esquerra se sienta a hablar con un periodista con calma después de su indulto, y eso tiene que ser valorado.
Periodísticamente, para felicitar a Juan Ramón Lucas. Políticamente, la conversación sirve para alertar de lo que se puede esperar de la calma actual.¿Para qué accedió a hablar el señor Junqueras? Para decir que está ahí, para urgir la reunión de la mesa de diálogo y para volver a marcar territorio. Su reaparición pública contiene el mensaje de que la calma actual es temporal.
Lo dicho sobre la mesa de diálogo es un mensaje doble: por una parte, para Sánchez, para advertirle que debe hacer una propuesta y no jugar a ganar tiempo. Por otra, para sus seguidores, a los que necesita aglutinar en un momento de división independentista. Merece ser resaltada su convicción, contraria a la de Puigdemont, de que nada se resuelve de forma unilateral, pero sus reflexiones van en la dirección conocida: su meta es la república catalana. Esa es su misión en este mundo.
Y en el fondo quedó demostrado, una vez más, el abismo que separa a Junqueras de la legalidad constitucional. Para él, votar en un referéndum ilegal o proclamar la independencia de un territorio no es saltarse la ley. Eso, como digo, es un abismo.
El complemento lo puso Romeva al anunciar la nueva estrategia de Esquerra: la desobediencia. De momento es sólo un aviso. Si falla el diálogo, puede ser la nueva forma del procés.