Creo que esa, más o menos, habrá sido la pregunta que Pedro Sánchez le habrá hecho a Iván Redondo: “Oye, Iván, ¿qué trampa crees que traerá Díaz Ayuso a La Moncloa?” Y don Iván hará recuento, descartará que Ayuso provoque una alerta porque todavía no tiene cazas para sobrevolar el espacio aéreo monclovita, y llegará a una probable conclusión: el caza en que viaja la presidenta de Madrid es el de los impuestos.
Su batalla durante estos dos años de legislatura será convencer a los madrileños de que el socialismo y el comunismo unidos quieren esquilmarlos con esa arma de contribución masiva que es la armonización fiscal. Y ella, la presidenta, se reserva el papel de princesa del pueblo que defiende los bolsillos del contribuyente de Madrid frente al salteador estatal. Es su bandera, lo dijo mucho en campaña, y hoy será la gran oportunidad de empezar la nueva batalla.
Después, ya se sabe: adóbese con una pequeña ración de agravios porque Cataluña se lleva más inversiones y tendrá relación bilateral, salpiméntese con ese recurso de que Sánchez gobierna contra Madrid, enséñese un chuletón porque en Madrid también hay vacas, y ya solo faltará el postre: si alguien pregunta a la presidenta por el coronavirus, dirá que su política en Madrid es una de las que mejores resultados están dando.
Naturalmente, una y otra parte coincidirán en que la reunión ha sido fructífera, se analizaron todos los temas y, por encima de todo, ha dominado la cordialidad.