Esta carta es, ante todo, el resultado de una conversación de don Juan Carlos y su abogado Javier Sánchez Junco, que viajó a Abu Dabi este fin de semana. Hablaron los dos, pero fue como si hablasen el hijo y el padre, con conocimiento pero sin intervención del gobierno. Buscaron la salida más airosa no solo para don Juan Carlos y don Felipe, sino para el bien de la Corona. A ese fin, el beneficio de la Corona, se dirige todo el escrito. Hay mucho de sacrificio en don Juan Carlos. Él quería volver a España, pero acepta quedarse en Emiratos, con la disculpa de la tranquilidad.
Vendrá de visita, lo cual significa que lo veremos por aquí con frecuencia, pero en viajes de ida y vuelta, hasta que el tiempo lo cure todo. Y quizá lo más importante de la carta sea la referencia a su privacidad; "la mayor privacidad posible", dice. Su lugar de residencia será en ámbitos de carácter privado.
Queda así despejada la incógnita de vivir en La Zarzuela, uno de los quebraderos de cabeza, porque Zarzuela es la residencia de la Familia Real, pero es la sede de la Jefatura del Estado. Es una carta de muchas renuncias del rey emérito, con un nada despreciable testimonio de pesar por lo ocurrido y con un legítimo orgullo por su contribución a la democracia, que es lo que debiera pasar a la historia. Cuando su hijo dice que "respeta y comprende" la decisión de su padre creo que está diciendo que la celebra y aplaude, porque lleva una gran tranquilidad a la institución.