Hasta los grandes aciertos de los gobiernos son criticables por la oposición. Y dentro de la oposición española hay varios niveles: el del partido principal y el de las minorías, divididas entre el nacionalismo radical de la derecha extrema, y el romanticismo de la izquierda sin obligaciones de poder.
El partido principal de la oposición, el Popular, puede reprocharle a Sánchez toda su relación anterior con Marruecos, desde romper la tradición de hacer el primer viaje a Rabat hasta la falta de transparencia en la atención médica a Brahim Gali. Pero, ante la agresión de Marruecos en Ceuta, Sánchez y Casado, gobierno y PP, tienen que actuar con unidad de criterio, de discurso y de acción. Personalmente, entiendo que el presidente hizo todo lo que tenía que hacer, que es lo que tú, Alsina, acabas de señalar: presentarse en Ceuta y Melilla como ciudades españolas que son, recabar el apoyo de la Unión Europea y demostrar firmeza con las palabras y el despliegue del Ejército. A grandes desafíos, grandes respuestas.
Algunos desearíamos que, además, hubiera sido posible una conversación con el primer ministro marroquí y echamos en falta lo que tuvimos en Perejil: la amistosa mediación americana. Pero ese es un asunto para plantear otro día. Hoy toca lo que toca: responder a un desafío exterior. Y esto no es un asunto de partido. Es exactamente el asunto en que hay que demostrar consenso, porque es el interés del Estado y se juega la integridad nacional.