Alguien definió al genio como el señor o señora que dice lo que tú estás pensando. Yo ignoro si Felipe González es un genio, pero lo que dice es tan evidente, por no decir tan simple, que hasta un aldeano como yo lo piensa y lo escribió hasta el hastío. La ausencia de proyectos de largo alcance tiene un nombre, que es cortoplacismo. La política consiste en ganar las siguientes elecciones y como casi todos los años hay autonómicas, generales o municipales, ahí se acaban los planes de futuro. ¿Quiénes tienen un proyecto de largo alcance? En el Estado unitario, quizá el rey. En los territorios, los independentistas. Y entre los partidos, los que proyectan derribar el que llaman régimen del 78.
Respecto al debate parlamentario, no es que yo comparta el diagnóstico de González sobre la distancia con las angustias de la sociedad; es que no hay más que recordar las sesiones. ¿Alguna vez se debatió el plan de reconstrucción y resiliencia que se envía a Bruselas? ¿Alguien recuerda un debate objetivo sobre el empleo? ¿Hay alguna prohibición divina para que lo de Cataluña no sea abordado con serenidad en la sede de la soberanía nacional?
La clase política vive en su mundo endogámico. El parlamento está en las tertulias. El juego político se reduce a decir desde el gobierno, como denuncia González, que todo va bien y desde la oposición, que todo es un desastre. ¿Resultado? El que sale en las encuestas: que la clase política es el tercer gran problema de este país.