Después de lo visto, después de esa terrible desolación, es imposible no compartir el criterio del presidente de la Junta, pero con algún matiz.
Cuando el incendio supone un riesgo para la vida o la integridad física de las personas, la pena es de 10 a 20 años de prisión. Como en Sierra Bermejael fuego mató a un bombero forestal y el daño físico es inmenso, hay que suponer que un tribunal aplicaría la pena más alta sin contemplaciones.
Tiene toda la razón Juanma Moreno si está pensando en incendios llamémosle de tipo medio donde el culpable puede no entrar en la cárcel, porque la pena es de uno a tres años. Y lo que merece revisión urgente es el incendio de especial gravedad, pero sin vidas humanas perdidas: las penas son de 3 a 6 años. Como un delito menor.
El Código Penalse ha quedado viejísimo para un proceso de destrucción del planeta, que es lo que estamos viendo. Pero antes, o al mismo tiempo, querido presidente Moreno, habría que garantizar que se encuentra a los culpables. Más grave que las penas para nuestros montes es la cantidad de incendios provocados que se quedan en la impunidad, porque son muchos más los pirómanos fugados que los descubiertos.
Y al mismo tiempo que se hace eso, las Administraciones Públicas tienen un deber y los ciudadanos un trabajo: limpiar el monte. Tal como están por el éxodo y el cambio de la sociedad agraria, son dos cosas: para los accidentes, un riesgo descomunal. Para los pirómanos, una provocación.