Si digo que sí, que percibo un cambio de ciclo, no faltará quien diga que ya estamos los gallegos haciendo pandi para llevar en andas a Feijóo al Palacio de La Moncloa. Si respondo que no, no faltará quien diga, al menos en mi tierra, que no tengo solidaridad de paisano con el gallego que más cerca está de conquistar el poder después de Rajoy.
Así que una respuesta prudente es refugiarse en la demoscopia, coger las encuestas y ver la orientación de la intención de voto. No tengo otra guía, y lo que dicen los sondeos es: primero, que parece que existe el efecto Feijóo; segundo, que por el simple hecho de aparecer Feijóo en la política nacional el Partido Popular ya dio un vuelco, frenó la tendencia a la caída, y en casi todos los últimos sondeos ya está por encima del Socialista.
Tercero, que Feijóo, a título personal, se situó en poquísimo tiempo en el podio de los tres políticos más deseados, con Sánchez y Díaz, y frecuentemente por encima de uno u otra. Cuarto, que estas sensaciones animan a la militancia y, según todos los indicios, movilizan a la derecha frente a una izquierda desmovilizada, quizá por desaliento, quizá por desengaño.
Y quinto, si se confirma la buena victoria de Juanma Moreno en Andalucía que también predicen las encuestas, mucho me temo que el cambio de ciclo deje de ser probable para convertirse en inevitable.
El signo de los tiempos es tan favorable a Feijóo, que solo tiene que hacer una cosa: no cometer ningún error.