¿Quién defiende, quién protege al rey? Una posición de dignidad sería plantarse frente al plante y decir: señores, no puede haber mesa de diálogo mientras no se acepte, por lo menos no se respete, al jefe del Estado.
No debería haber indultos mientras quien los va a firmar sea repudiado por los beneficiados y sus seguidores. No es decente, ni siquiera estético, que mientras el jefe del gobierno se dispone a recibir con honores y los indultos concedidos al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès planta esta noche al monarca en una el Círculo de Empresarios.
Sabemos por qué se hace: porque Felipe VI representa la unidad del Estado y, para romperla, hay que empezar por su símbolo. Pero decir esto quizá sea caer en la provocación del separatismo. Es contribuir a la táctica divisoria de quienes, queriendo ser patriotas catalanes, se comportan como vulgares antisistema.
La grandeza de este rey es que, ofendido por quienes no quieren verlo en Cataluña, acude a Cataluña cada vez que hay intereses catalanes que defender. Por ejemplo, al Martorell de las fabulosas inversiones, y los políticos prefieren marginar al monarca antes que apoyar iniciativas que producen riqueza. Y la grandeza de este rey es que, mientras se incita a quemar sus fotos en la calle, él está donde se habla de progreso y donde se citan los emprendedores y los que, como decía el antiguo Jordi Pujol, hacen país.