Tú me haces la pregunta del día y yo tengo que darte la respuesta de este minuto: ya veremos. Veremos, en primer lugar, si la detención es precautoria como otras que ya hubo y termina en su puesta en libertad o desemboca en una entrega a España de acuerdo con la orden internacional del juez Llarena.
Veremos, en segundo término, si la justicia de Cerdeña tiene la última palabra o tiene que intervenir el Tribunal de la Unión Europea, que ya se hizo un lío con la inmunidad parlamentaria del fugado. Ahora mismo se la tiene retirada. Y veremos, por último, qué maniobras hacen los abogados para retrasar cualquier decisión y convertir la detención en un asunto político y dar voz al Parlamento Europeo.
De momento, lo único que se puede decir es que los hechos ocurren en el momento más sensible: cuando está en marcha la mesa de diálogo y se negocian los Presupuestos. Junts, el partido de Puigdemont, no está en ninguno de esos escenarios. Pero eso que el independentismo llama “represión” le da mucha unidad. Es más: restablece la cohesión que se había roto.
Ningún indepe quiere pasar por cómplice del Estado y su justicia, aunque en Esquerra desprecien al detenido. Las primeras pruebas están ahí: Junqueras se apresuró a mandar el mensaje de “todo el apoyo, presidente”. Y Aragonés, por quien me preguntas, Alsina, le envía un respaldo formal: “a tu lado, president Puigdemont”.
No son buenos indicios para lo que llamas noviazgo e iba a ser luna de miel.