En teoría, sí. Lo tiene todo a favor: Presupuestos que, si algo falla, se pueden prorrogar; mayoría de 188 escaños de once partidos que no tienen a nadie mejor que respaldar; imposibilidad de que prospere una moción de censura; sin problemas mentales ni éticos para hacer concesiones a quienes le apoyan en momentos de dificultad…
Y, como a él ganas no le faltan, tenemos Sánchez para rato. Por lo menos, para completar la legislatura y ser presidente de turno de la Unión Europea en el segundo semestre de 2023, que probablemente es su próxima ambición.
Esta noche, tras aplaudir la votación en el Congreso, habrá dormido como un bendito. Si en próximas noches tiene alguna pesadilla, serán por otras razones. Una, por lo que apuntó Margarita Robles, en 'La Brújula' de Onda Cero: la pintoresca circunstancia de que una vicepresidenta haga política para aspirar a quitarle el sillón con y desde otra formación política.
Y la otra, que un par de elecciones autonómicas, probables en Andalucía, posibles en Castilla y León y quién sabe si en la Comunidad Valenciana, le den una victoria al Partido Popular y anuncien una debacle socialista. Eso le metería en crisis de pesimismo. Pero sería un pesimismo de futuro.
Los dos años más en La Moncloa no se los quita ni Vox. Y respecto a los apoyos y precios pagados, la disculpa la anticipó la ministra de Hacienda: si hay que apoyarse en escaños caros y poco deseables, la culpa siempre será del Partido Popular.