Yo creo que los matices están dentro de la propia derecha y la propia izquierda. Hay más diferencias entre Partido Popular y Vox y entre PSOE y Podemos que entre el PSOE y el Partido Popular. Es decir, que las posiciones son diferentes según tengan o no tengan responsabilidades de gobierno. Los que gobiernan tienden a hacer lo mismo, que es la “realpolitik”. El mejor ejemplo es precisamente Pedro Sánchez, que cuando era oposición estaba radicalmente en contra de las devoluciones en caliente. Pero llegó a La Moncloa y las practica y permite que se practiquen.
Hoy, igual que ocurre en la economía y en el modelo de sociedad, las diferencias entre socialdemócratas y liberales son puramente literarias, porque estamos en el tiempo del disimulo, los eufemismos, lo socialmente presentable, más que responsable, y lo políticamente correcto. Y además, las actitudes cambian según la gravedad del problema. Esas devoluciones han pasado de ser ilegales a ser legitimadas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y nuestro Tribunal Constitucional. La única limitación está en los menores no acompañados, pero esa es una cuestión de conciencia.
¿Qué gobernante que no sea un sátrapa va a dejar a un niño desamparado al otro lado de la frontera? Pues ahí, pese a todo, es donde está la discrepancia y la mayor está entre los extremos, básicamente marcada por Abascal. En el resto, la diferencia es retórica, de buenistas y pragmáticos que gestionan el poder.