Recojo los datos oficiales que se acaban de difundir: en los seis primeros meses de este año la Policía y la Guardia Civil recibieron 610 denuncias por delitos de odio. No todas son agresiones de carácter sexual, porque ahí están también las racistas y las ideológicas. Pero el número total es alarmante: 610 denuncias en 180 días suponen 3,3 agresiones diarias.
Me interesan los efectos: la crueldad de los ataques crece, hasta llegar a la furia y a muertes como la del joven coruñés Samuel Luiz. Se discute si es una violencia espontánea u organizada, con bandas, como se dice, a la caza del maricón. Como el ministerio del Interior alerta sobre la existencia de esas bandas, e Interior es la autoridad competente, hay que concluir que muchos casos son planificados. Existe la caza del homosexual. En el año 2020 existió la caza de 277 homosexuales.
Mezclar odio y política es una seria amenaza para la paz social
El volumen de los ataques, su eco mediático y esa inquietud que llega a la presidencia del Gobierno da la respuesta a tu pregunta, Alsina: España empieza a ser más insegura para los homosexuales. Una sola víctima encendería las alarmas. 277 víctimas confirman el diagnóstico.
Solo hay una forma de agravarlo: que se relacione esa violencia con el discurso político, como hizo Ione Belarra al mencionar a Vox y al Partido Popular. El delito de odio, en cualquiera de sus vertientes, atenta contra la convivencia. Mezclar odio y política, sea como causa o sea como resultado, es una seria amenaza para la paz social.