Pues eso me pregunto yo. Que sepamos, el señor Casado no tiene ninguna responsabilidad ni en el cobro de dinero negro de donaciones privadas, ni en el encargo, ni en la ejecución, ni en el pago de las obras de reforma de la sede de Génova 13.
En el año 2006, cuando comenzaron esas obras, tenía 25 años de edad y solo era una joven promesa de Nuevas Generaciones. Por lo tanto, podía repetir lo que alguna vez ha dicho directamente o a través de sus portavoces: que son hechos anteriores a sus responsabilidades y que no se siente señalado ni condenado.
Ni siquiera insinúo que aproveche para romper con una práctica delictiva que su partido arrastra como una losa por culpa, entre otros, de Luis Bárcenas. Podría hacerlo, creo que debería hacerlo, hasta el rey se separa de su padre, pero comprendo que le aten vínculos ideológicos y personales y comprendo que no quiera levantar esa muralla y convertirse en acusador, porque podría provocar un cisma, por no decir una guerra civil.
Pero decir algo, sí, señor Casado. La gente, incluida la gente que le vota, no tiene por qué tener memoria de los tiempos y las circunstancias, ni tiene por qué interpretar su silencio como una obligación de lealtad. Al revés: existe el peligro, y más que el peligro, de que se simplifique, como harán sus adversarios, diciendo que usted preside un partido que se financió con dinero negro. Y puede deducir que Pablo Casado, con su silencio, se hace cómplice de esa corrupción.