Aceptemos pulpo como animal de compañía. Es decir, aceptemos el veredicto de los titulares: han cambiado las formas, pero no se vislumbran pactos. Si todo el mundo lo dice, para qué llevar la contraria. Yo creo que el gran cambio ha siso el de Feijóo, que antes no estaba y ahora sí.
La diferencia de Feijóo y Casado no está solo en la aspereza de las palabras, sino en la formulación del diagnóstico: para Casado el problema era la ineptitud del Gobierno; para Feijóo, que Sánchez no tiene socios de Estado y sin socios de Estado es muy difícil la política de Estado.
Para la mentalidad Casado, Sánchez se tiene que ir; para la mentalidad Feijóo, el problema es que Sánchez se limita a resistir y eso no es gobernar. Y a Casado le faltaban propuestas y Feijóo acudirá con una propuesta a cada sesión de control.
El que cambió menos fue Sánchez. Recibió al aspirante con el gesto de acercarse a su escaño, que bueno es, pero su filosofía respecto a la oposición se resume en cuatro palabras: estorbar, estorbar, estorbar y estorbar. Aquí el que no aplaude, estorba. Y pare usted de contar. Yo creo que Sánchez mira a la bancada del PP y ve un holograma de Casado.
Y una cuestión: hay algo que solo la censura interna de diputados y senadores podría arreglar: que el presidente del Gobierno tenga la amabilidad de contestar a lo que se le plantea. Si se le pregunta por precios y responde con jueces, está claro que jamás habrá ninguna aproximación. Por muchos abrazos que se den.