Eso se dice en las sabias tertulias que con tanto rigor analizan esta guerra, incluso antes de que Miguel Ángel Revilla, cuya ausencia lamenta hoy algún columnista, nos explique su tesis y nos dé sus claves. Lo que se dice exactamente es que, como Carlos Alsina sugiere en su pregunta, la guerra de Putin ha fortalecido a la Unión Europea y a la OTAN.
Hasta hace una semana la tesis dominante era que Europa no tiene ejército ni política de defensa común. Sigue siendo verdad, pero hoy se pueden leer editoriales como el de El País que consagra a la UE como "una potencia geopolítica", vaya cambio.
Ciertamente, ha demostrado músculo para las sanciones con un serio impacto en la economía rusa y lo está demostrando para el envío de material militar. Países históricamente neutrales, como Suecia, Finlandia o Suiza, se alinean contra Putin. Se rompen tabúes, como señala Borrell y hay coordinación entre los gobiernos para la ayuda humanitaria, el envío de armas y la acogida de refugiados.
Y la OTAN, aunque no pueda intervenir directamente en el conflicto, es deseada, por lo menos valorada, como garantía de defensa en caso de agresión exterior. El miedo une mucho. El descubrimiento de un enemigo exterior común como Putin, dispuesto a la disuasión nuclear, añade la argamasa de la supervivencia. Y creo que tenemos algo que valorar especialmente: por primera vez en décadas, Europa se valora a sí misma como un escenario de libertad por el que vale la pena luchar.