Déjame repetir lo que acabas de decir: “críticas, autocríticas y críticas de las críticas”. Para ser festivo, no está mal. Pues tengo dudas sobre lo que me preguntas. Con los datos de hoy, es posible que superemos esta fase, pero lo más probable es que vayamos a peor.
Veamos: los últimos años, cuando llegaba el 12 de octubre, nos entreteníamos en detalles interiores. Interesantes, pero interiores. Por ejemplo, en la ausencia de independentistas en el Palacio Real. O cuántos funcionarios trabajaban en Cataluña para ofender la Fiesta Nacional de España.
En la edición de 2021, las críticas, autocríticas y críticas de las críticas tienen dimensión supranacional con todos los ingredientes de mortificación: la leyenda negra, las exigencias de pedir perdón, Biden y los pueblos indígenas y la mezcla de conceptos grandiosos como evangelización y explosivos como genocidio.
La víctima, como si fuese una guerra, es la idea de Hispanidad, que empieza a sonar arcaica e incluso facha, qué desastre de memoria histórica cuando se convierte en revisionista. Es como si hubiese una conspiración internacional para borrar a España de los países que hacen nada miraban a este lado del Atlántico como “madre patria”.
Por quitar dramatismo al diagnóstico, digamos que hoy es el día en que se desmiente que no hay mal que cien años dure. Este dura 200 desde la independencia de las grandes naciones americanas y 529 desde la llegada de Colón. Y ya digo: la tendencia es de ir a peor.